En los siglos XIV y XV se dio uno de los momentos de mayor esplendor creativo durante un período conocido como el Renacimiento, llamado de esa manera, para destacar cómo –después de largos años de oscuridad- el hombre volvía a ser el eje de todo. Arquitectos, escultores, pintores y músicos plasmaron en sus obras otra manera diferente de ver la vida, que también sucedió en el ámbito culinario. En ellos se impone la mesura y la elegancia por medio de ricos manjares y por supuesto con cristal en las copas y cubiertos. España y Francia aportan la cocina del cerdo, el cebado de ocas, el pan de trigo, el arte del relleno… Se escribieron innumerables recetarios y libros de poemas ensalzando los ricos manjares.
Nos comentaba Antonio Bernina que el Renacimiento fue el despertar a una nueva gastronomía, a un intercambio cultural de sabores y saberes que forman parte de nuestro menú diario. Al Renacimiento le debemos que la comida fuera concebida como el arte del buen comer y del buen beber.