Esta semana en nueva acrópolis Zaragoza volvimos a ser niños. Sentados en el suelo viajamos al maravilloso mundo de los cuentos orientales. Historias narradas de forma sencilla y amena, que beben de una fuente de sabiduría ancestral que emana agua pura y cristalina; sabiduría que se adapta a la idiosincrasia de cada cultura y época para iluminar el corazón de los seres humanos.
Los cuentos son realmente mágicos, porque conectan con nuestra parte esencial, son capaces de hacer vibrar alto el alma humana y de que nos identifiquemos con sus personajes en sus aventuras y desventuras. Quizás al igual que un niño, todavía anhelemos historias aparentemente sencillas, pero con enseñanzas profundas. Historias para crecer interiormente y convertirnos en protagonistas del cuento por excelencia: el de nuestra propia VIDA.