La conferencia giró en torno a la ciencia y especialmente donde esta encuentra sus límites. Ana Díaz mencionó, que hoy en día para mucha gente, lo que la ciencia no puede explicar simplemente no existe, o es un engaño, un fraude. Carl Sagan lo expresa muy bien en un cuento llamado «Un dragón en el garaje», de su libro «El Mundo y sus Demonios» (1995). En él describe metafóricamente cómo, si las pruebas empíricas son inútiles para demostrar la existencia o inexistencia de un fenómeno, es como si éste no existiese.
En ese sentido, plantea en este cuento dos cuestiones importantes:
1ª- Si las pruebas no demuestran la existencia del fenómeno (en este caso, un dragón invisible, que flota en el aire, incorpóreo, y que escupe un fuego frío), el científico debe permanecer abierto a la posibilidad de que se pueda demostrar más adelante, en lugar de negar simplemente el hecho.
2ª- Si las pruebas no dan una respuesta a la pregunta planteada (¿existe realmente el dragón?), hay que cambiar la pregunta (¿por qué tanta gente, sobria, sana psicológicamente, ve un dragón en su garaje?).
También mencionó que las pruebas entonces, tienen que ser de otro tipo, cambiando la metodología de las ciencias naturales a la de las ciencias humanas: la interpretación psicológica, la hermenéutica.
Por otro lado, se habló sobre el materialismo científico, como una corriente filosófica que considera que cualquier fenómeno de la existencia puede comprenderse reduciéndolo al comportamiento elemental de las partículas más pequeñas que lo componen. Y debido a que estas partículas carecen de finalidad, sólo obedecen a leyes que están fuera de ellas mismas (no han emanado de ellas), entonces no hay finalidad en la existencia del Universo ni del Hombre.
A nivel científico este planteamiento se ha demostrado inútil para comprender las propiedades de los niveles superiores de organización de la materia. Es decir: las células están compuestas por sustancias químicas, pero cada una de las sustancias químicas que la forman carecen de vida. El todo es más que las suma de las partes. Para estudiar las propiedades de la vida no basta con conocer las propiedades de las sustancias químicas. Estas propiedades, como la disminución de la entropía, o la capacidad de producir unidades semejantes de los seres vivos, son consideradas por los materialistas «propiedades emergentes», es decir, que surgen por casualidad, por azar, de las interacciones entre los componentes.
Pero también se puede interpretar del modo opuesto: que estas propiedades pueden manifestarse a través de ese grado de complejidad, en un movimiento de arriba hacia abajo.
Finalmente la ponente concluyó, que el buscador no tiene por qué renunciar a la aplicación del método científico para conocer a los seres que dejan huellas, que emiten calor, que tienen una forma material. Pero si quiere conocer al dragón invisible que escupe fuego frío, tendrá que transformarse a sí mismo.