Después del paréntesis veraniego, hemos continuado con el taller de los clásicos, en esta ocasión “La voz del silencio”, un texto de Helena Petrovna Blavatsky (H.P.B.) que recoge las profundas reflexiones de la filosofía del Tíbet. Durante el taller se leyeron pasajes de la obra.
Dice H.P.B. que “las páginas siguientes son entresacadas del Libro de los preceptos de oro, una de las obras que figuran en manos de los estudiantes de misticismo en Oriente”. La obra forma parte de la misma serie de la cual la autora extrajo las estancias del Libro de Dzyan, en las que está basada la Doctrina Secreta.
Una idea común es que en Oriente no hubo filosofía como tal, pero la autora recuerda que en la India podemos encontrar seis escuelas filosóficas, que dan una visión distinta, matizada, de los Vedas, pero, “mas allá de los Himalayas, el método seguido en las escuelas esotéricas no varía.
No cabe duda que, a parte del simbolismo universal que puede entreverse en el texto (Dharma, Karma, reencarnación), el ritmo poético de la obra atrapa al lector.
“Si tu alma sonríe mientras se baña en la luz del sol de tu vida; si canta tu alma dentro de su crisálida de carne y materia; si llora en su castillo de ilusiones; si pugna por romper el hilo argentino que la une al Maestro; sabe, discípulo, que tu alma es de la tierra”.
“Las puras aguas de eterna vida, claras y cristalinas, no pueden mezclarse con los cenagosos torrentes del tempestuoso monzón. La gota de rocío celeste que acariciada por el primer rayo de sol matutino, brilla en el seno del loto, una vez caída al suelo, se convierte en barro; mira: la perla es ahora una partícula de cieno.”