NA Sabadell ha organizado un taller interactivo, realizado en dos partes, donde hemos aprendido un poco más sobre esta maravillosa filosofía oriental, y ver lo esencial y lo espiritual de los samuráis. Cabe resaltar que el aspecto bélico de estos guerreros tradicionales no era el objetivo de este taller, sino resaltar la parte profunda, y mística. Y todo ello gracias a la magnífica conferenciante Carolina Arenas, voluntaria de NA Sabadell e internacionalista especializada en Cultura de Paz y Transformación Pacífica de Conflictos.
En Japón, a los samuráis se les conocía como “los guardianes del sol naciente”; al igual que entre las flores la del cerezo es la reina, así entre los hombres el samurái es el señor. Es bueno recordar que entre sus variadas filosofías se encuentran el confucianismo, el taoísmo, el budismo zen, el bushido (como código ético o camino del guerrero y que entraña el alma de Japón) y el sintoísmo (que representa lo kami, lo brillante y luminoso de las cosas). Ser un samurái significaba dedicar una vida entera a los ideales nobles, y su espada representaba el poder de su alma, el alma del guerrero, del samurái. No podían separarse nunca de ella, ya que era su valor más preciado y su fuerza interior; las espadas se forjaban en talleres que llegaron a considerar templos, el lugar donde se pulían las almas. Y la armadura era su marca, la cual debía otorgar protección y, a la vez, libertad de movimientos; por eso estaba hecha de pequeñas láminas de metal ligeramente superpuestas y unidas fuertemente con cuerdas.
La palabra Saburau, significa ‘servir’, ‘proteger’, ‘cuidar’, ‘custodiar’. Y la formación filosófica de un samurái era la enseñanza incansable de sus maestros, de los que ellos decían: son los padres los que me han traído al mundo, es el maestro el que me ha hecho un hombre. Hay un libro de artes marciales escrito por Yagyu Munenori, Libro de las tradiciones familiares, que nos habla del Daigaku o gran aprendizaje, de la fuerza del aprendizaje esencial.
Sirva como ejemplo lo que representa traspasar una puerta: el hogar está dentro y traspasar esa puerta es voluntad, entendida como el anfitrión interior, y es energía, representada como el servidor del mundo, hacia el espíritu y la maravilla. Nos está diciendo que seamos funcionales y no nos dispersemos, la energía ha de estar a los pies del anfitrión, hemos de controlar la voluntad y para ello necesitamos conocernos y desarrollarnos.
Hay una gran potencia y una gran función en el anfitrión, que sería como la esencia del tigre: valentía y coraje. Todo ello nos ayuda a entender la vida cotidiana de los samuráis, que estaba representada por el arte de la disciplina en la búsqueda de la perfección. El maestro zen Takuan Soho, que fue el profesor de Munemori y mentor zen del emperador, en su libro La inescrutable sutileza de la sabiduría inmutable, nos hace ver la verdadera esencia del zen japonés en la formación tradicional de los samuráis del s. XVII en el código del guerrero, de acuerdo con su tradición, de cómo a nivel filosófico era tan importante el uso de armas y el código de honor de ellos.
Gobernar la voluntad para poder ser, para poder servir, para desarrollarse interiormente y ser mejores. Ser un samurái, ser un hombre de acción que destila progreso y avanza hacia delante sin ningún tipo de temor.
Yorimoto Tashi, un filosófo japonés del s. XII muy reconocido y admirado por su pueblo, además de uno de los mayores estadistas que jamás haya tenido Japón, tuvo mucha influencia en su época con sus actuaciones públicas y su filosofía, rescatando a su país de la falta de principios en la que se encontraba. Incluso a él se le debe el hecho de que la sede del Gobierno japonés esté en Kamakura, creando un órgano administrativo semejante al Gobierno metropolitano actual de Tokio. Tashi daba mucha importancia al “sentido común” y lo definía así: «El sentido común del alma está constituido por el raciocinio superior, que nos impide obedecer pasivamente a los bajos instintos, nos advierte del peligro, nos indica hasta dónde llega lo permitido y dónde empieza lo prohibido y hace que se evite el mal, eludiendo los charcos y barrizales, para no vernos salpicados».
De Tashi se recogen las llamadas Las 12 enseñanzas, una obra práctica para el desarrollo de uno mismo y el despertar de nuestros valores internos, esas aptitudes que todos tenemos dentro, ya sean las latentes o manifestadas… «Desarrollarse a sí mismo es sacar a la luz la parte divina que brilla en el fondo de cada inteligencia humana…». Bello, ¿no? La primera de todas es La contemplación eficaz y la última es El rendimiento espléndido, y hasta ahí puedo leer, ya que el libro merece la pena ser leído al completo y en profundidad. Leer el cómo prosperar moralmente, cómo alcanzar el objetivo que debiera ser el de todos, o sea, por medio de una marcha constante hacia lo mejor. O sobre la potencia y posibilidades, donde nos indica que necesitaremos seguir tres pasos: el primero es el arte de presentir tus aptitudes, escoger y poner en práctica. El segundo es el arte de saber ampliarlas o extinguirlas según convenga. Y el tercero, saber adaptarlas. ¡Sabios consejos de mano de un gran maestro!
Es famoso el “Sennin Gyoretsu o desfile de los mil samuráis”, que se realiza en la ciudad japonesa de Nikko, dentro del festival bianual Shuki Taisai, donde se hace un gran desfile de cientos de guerreros con los uniformes de la época, que desfilan junto a sacerdotes, dignatarios y cortesanos, cazadores, músicos y samuráis. Un gran y suntuososo despliegue de indumentaria y armas antiguas, además de una representación del primer código samurái, “La vía del arco y del caballo”, donde los samuráis avanzan velozmente en corcel con el arco en la mano izquierda y la fecha en la derecha y cargan y disparan en movimiento a una primera diana. Sin aminorar el galope, repiten el disparo a dos dianas más, algo al parecer dificilísimo y que la mayoría aciertan en la primera pero ya no tanto en la segunda diana y muchos menos en la tercera. Un ejercicio muy difícil, emocionante y peligroso que los honra como sabios guerreros. Por ello, son muy frecuentes las caídas, ya que el llegar a la tercera diana los debilita y desequilibra mucho, pero ninguno renuncia a mitad de carrera, ya que su código ético exige que toda batalla entablada debe ser ganada.
Está claro que ser un samurái no es tarea fácil, que requiere de mucha disciplina y control. La potencialidad existe en todos nosotros, así que seamos todos un poquito samuráis despertando y sacando lo más bello y luminoso que llevamos dentro y que nuestra espada sean nuestras acciones.