Hay algunas artes milenarias cuya existencia se conoce, aunque hoy en día ya no quede rastro de ellas (como sería el caso de la antigua Alquimia), y hay otras cuyas bases se conocen, aunque el tiempo y la Historia hayan terminado por hacer muy difícil seguir sus enseñanzas e instrucciones correctamente, debido a la diversificación de contenidos, o directamente a la pérdida (total o parcial) de las fuentes originales. Este sería el caso de materias como la Astrología y la que hoy nos ocupa: el Feng Shui.

El Feng Shui no es más (ni menos) que un sistema de aprovechamiento de las corrientes energéticas que circulan por la superficie de la Tierra nacido en la antigua China, y que tiene el fin de crear espacios en los que estas energías circulen de forma armónica, de modo que puedan producir efectos favorables en distintos ámbitos de nuestra vida.

Así pues, tomando en consideración diversos elementos de nuestro hogar, podemos modificarlos para que nuestra vida se vuelva un poco más armónica, algo que, convendremos, es algo muy necesario para todos. Estos elementos serían la ubicación de puertas y ventanas, el flujo de aire y luz, los materiales de los que está hecho el mobiliario (los llamados elementos: madera, metal, tierra, agua y fuego, según la tradición china), la distribución de los muebles y enseres, los puntos cardinales… entre muchos otros.

A modo de introducción a este complejo arte, Nueva Acrópolis Castellón llevó, pues, a cabo un taller en dos partes. En la primera parte, Joana Carratalà introdujo a la teoría general, de forma obviamente simplificada, y en la segunda parte se realizó una aplicación práctica de estas leyes. Cada participante realizó un dibujo (o croquis, según las habilidades artísticas de cada cual) de su dormitorio, y en base a algunas reglas y recomendaciones, se comentó en grupo cuál sería la mejor distribución para favorecer un aspecto de la vida u otro.

Un interesante taller, que el gran número de asistentes convirtió en una amena velada de exploración, intercambio de experiencias y conocimiento y, en resumen, de convivencia filosófica en toda regla.