Recientemente en la sede de Nueva Acrópolis Sabadell, tuvimos el placer de asistir a la conferencia “Utopías sociales”, a cargo de Sebastián Romero, profesor de filosofía en Nueva Acrópolis Sabadell.
La clave de esta conferencia estuvo en hacer un recorrido por la historia de las utopías. Etimológicamente, la palabra utopía fue inventada por Tomás Moro, que significa “Buen lugar”, para dar nombre a la isla ideal creada para su obra: “Del mejor de los estados posibles y de la isla Utopía”. La palabra en sí está creada a partir de dos palabras griegas, “ou” que significa no, y “topos” que significa lugar. O sea, “Lugar que no existe”. De esta manera, entendemos la utopía como una sociedad imaginaria como plasmación del ideal social construido arbitrariamente. Por ello, el concepto de utopía adquiere un sentido metafórico, siendo sinónimo de todo proyecto ya sea social, técnico, … y no fundamentado científicamente; lo que sería como la representación de una idea o sociedad en su forma perfecta, ideal y sin fallos, pero cuya realización se aleja de la realidad por su imposibilidad o complejidad para llevarla a cabo en la práctica.
La utopía, la expresan de manera diferente los filósofos, pues para Platón, la utopía señala tanto a la sociedad como al individuo, ya que es lo propio de cada persona; sería la forma ideal de resolver los problemas, porque es cuando hay muchos problemas e injusticias cuando surge la utopía. En cambio para el cristianismo se expresa como una representación, para ellos es una conexión con lo divino y la naturaleza, ésta tal y como Dios la creó para servirse de ella.
San Agustín, en su obra La ciudad de Dios, nos dice que es ahí donde viven los cristianos. Nos deja muy claro que esa ciudad de Dios es opuesta a la ciudad pagana y todo queda delegado a la iglesia para llegar a Dios y que el individuo ha de llegar a ser un santo, ya que para el cristiano lo importante es el alma. Tenemos el ejemplo del mundo que surge por el pecado de Caín, por ello la ciudad nunca será perfecta ni justa hasta que no venga el reino de Jesucristo. Nos dice que esta ciudad de Dios está en el cielo y allí reina el amor, la paz y la justicia, pero en cambio en la tierra reina el pecado, la ambición y la impureza, y el representante de la ciudad es la iglesia católica.
La justicia en el mundo clásico era posible a través del individuo, en cambio, en el mundo cristiano eso no es posible y sólo la iglesia puede interceder ante Dios. Y la utopía se basa en la justicia, son sinónimos: sin justicia hay corrupción.
Cuando aparece el Renacimiento, hay una cierta nostalgia de que antes se vivía mejor: las esculturas y el arte clásico que les han quedado les recuerdan un mundo mejor.
En La Academia de Florencia, fundada por Cosme de Médici en el año 1459, se creó una escuela de filosofía donde se tradujeron textos de Plotino, Platón y Hermes. Y es en el Renacimiento que se dan grandes personalidades que crean obras de gran belleza. Por ejemplo, de la escuela platónica surgieron muchos pintores, escritores, filósofos… Y es que en Florencia, el Humanismo era algo sagrado.
Maquiavelo fue el último representante importante de la Academia platónica. Fue diplomático, una persona muy inteligente al servicio de Florencia durante trece años, además de embajador en muchos países. Era una persona que amaba la política, entendiendo política como ser humano. Su máxima era asociar la política como ciencia en sentido renacentista: decía que el que la ejerce, ha de tener conocimiento del alma humana para conducir al pueblo.
En su obra El Príncipe, que no es bien bien un libro sino toda una serie de consejos, Maquiavelo lo escribió para unificar el país, y en él no teoriza sino que argumenta, busca ser justo. Propone que hay que separar la religión, que es algo que el pueblo necesita, de la política que es para la gestión y el orden, aunque esto no está puesto en la obra. Era una persona de mucha intuición como se demuestra en su obra. Para él, la utopía era entendida como la justicia social. Así pues, ¿qué es lo justo y cómo llegar a ella? ¡A través de la utopía!
Son famosas las obras de Tomás Moro, Isla de Utopía, y la de Tomás Campanella, La ciudad del sol, escrita cien años después en el año 1602. En La ciudad del sol, se nos presenta como un lugar ideal construido sobre siete niveles de círculos (los siete planetas) y habitada por una sociedad socialista donde se suprime todo lo que se puede la propiedad privada, y además es una teocracia, una forma de gobierno donde la autoridad política emana de Dios y la ejerce un poder religioso. Por ejemplo, en el Antiguo Egipto los faraones eran los más importantes dirigentes políticos, además de ser los representantes de las divinidades y también ser sacerdotes.
Siguiendo el recorrido por la historia, nos encontramos con la utopía francesa, basada en la igualdad, la fraternidad y la libertad, el lema de Francia, y que a causa de su revolución en el año 1793, acabó desembocando en terror y masacre a causa del golpe de estado. Solo fueron necesarios cuatro meses, iniciándose con la ejecución del Rey, hasta terminar con el golpe de estado jacobino contra la mayoría moderada de la Convención Nacional. Ahí es donde se fraguó y naufragó el primer fracaso de la democracia.
En la utopía humana, se plantea que si uno tiene un sueño es que es real aunque no se pueda plasmar. Aquí la utopía sería el sueño, hasta que se plasma y se consigue. ¡Entonces es una realidad!
La utopía social actual, surge por necesidad, por las crisis y lo que con ello conlleva: la depresión, los suicidios, las enfermedades mentales, el sentido de la vida, etc…
Y ya para acabar, en la utopía filosófica vemos que se refleja en el mito de la caverna de Platón, en el mundo sensible e inteligible… el que salga de la caverna puede enseñar a los que siguen dentro de la caverna, por que él ve. Es la idea a seguir según lo que es justo. Platón señala que la utopía del individuo es pasar del mundo sensible de la materia al mundo inteligible de los arquetipos.
La verdad es que después de esta brillante exposición se te plantean preguntas que necesitan respuestas. ¿Cuál es tu utopía? ¿Cómo crees que deberías vivirla? Así que ahora, a cada cual, le toca hacer estas reflexiones y ver a dónde le conducen…