En ella se desveló que ser «epicúreo» no significa buscar el lujo o el desenfreno, sino encontrar la paz y la serenidad:
* El Placer verdadero y supremo para Epicuro es la Ataraxia (tranquilidad del alma) y la Aponía (ausencia de dolor físico); es un estado de calma, no una excitación.
* La Filosofía servía como una «medicina para el alma»; ayudándonos a controlar nuestros deseos de forma racional, distinguiendo entre los deseos necesarios (que traen paz) y los que no.
* Y se nos mostró también su famoso Jardín, como un espacio inclusivo y que servía de refugio del bullicio de la ciudad.
En esencia, el Epicureísmo es una guía práctica para construir una vida sencilla, serena y autónoma, donde el bien más preciado es la paz interior lograda mediante la razón y la amistad.
