Este es un evento maravilloso sobre el cual hay que meditar profundamente, ya que es cada vez menos comprendido. Con el materialismo actual, la Navidad se ha convertido en una fiesta sin trascendencia.
La noche de Navidad tiene lugar dos o tres días después del solsticio de invierno, la noche más larga del año, que marca el instante en que la Tierra se encuentra en el punto más alejado del Sol. Es el primer día del invierno, momento en que el Sol entra en Capricornio en el zodiaco y que anuncia simbólicamente el renacimiento del día, la resurrección del Sol, ya que es a partir de dicho instante los días se irán alargando y las noches se irán acortando, hasta el equinoccio de primavera, cuando la luz triunfa frente a las tinieblas, y el día es más largo que la noche. En Roma se celebraba como la fiesta del Sol Victorioso.
Históricamente, el emperador romano Aurelio, en el siglo III de nuestra era, declaró el 25 de diciembre “día de la fiesta del Sol” nacimiento del sol invicto), para celebrar el culto a Mitra, muy apreciado por las legiones romanas y cuyo origen se remonta a los persas seis siglos antes de Jesucristo.
También históricamente, Constantino, hizo que las fiestas paganas del Imperio de Occidente se convirtieran en fiestas cristianas. El día del nacimiento de Jesús, según los cristianos, que entonces celebraban el bautizo y la Epifanía el mismo día, coincidiendo con el de las fiestas paganas del solsticio de invierno, fue el día elegido para celebrar la Navidad. El sol sigue siendo el verdadero protagonista simbolizado por el Niño-Dios, a través de diferentes símbolos: El nacimiento, precedido de una misteriosa estrella, que podría haber sido un cometa, guía a unos Magos de Oriente, citados en el Evangelio de S. Mateo. Los Reyes Magos son sacerdotes pertenecientes a la religión de Zoroastro, profeta de la antigua Persia. Sus nombres son Melchor, Gaspar y Baltasar, aunque San Mateo, en su Evangelio, no lo especifica. El Evangelio solo habla de magos representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, a quienes ve como las primicias de las naciones que aceptan, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación; en ninguna parte se indica que fuesen reyes. Esta creencia apareció varios siglos después y se ha mantenido en la tradición popular. La estrella, que se coloca generalmente en la parte superior del árbol de Navidad, representa el firmamento eterno donde reside la Divinidad y la Fe que debe guiar la vida, recordando así a la estrella de Belén que iluminó el camino de los Reyes Magos.
Simboliza la esperanza y la luz para alcanzar una vida mejor.
Esta fiesta del solsticio es celebrada desde siempre, por todos los pueblos de la Tierra, porque es triunfo de la luz sobre la oscuridad, del Sol Espiritual, del Cristo-Sol.