Nos comentaba Francisco Ortega, que el objeto de este ensayo es afirmar un principio destinado a regir las relaciones de la sociedad con el individuo sobre su libertad. Este principio consiste en afirmar que el único fin por el cual es justificable que la humanidad decida sobre la libertad de acción de uno de sus miembros, es la propia protección. Que la única finalidad por la cual el poder pueda ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás. Los gobernantes debería estar identificados con el pueblo, que su interés y voluntad fueran el interés y voluntad de la nación a la que representaban. También explicó Francisco, la posibilidad del surgimiento de la “tiranía de la mayoría” entre los males contra los que debe ponerse en guardia la sociedad, ya que podría ser mayor que la de un tirano. El mal del Estado comienza cuando hace el trabajo del individuo, impidiéndole crecer. Considera importante la capacidad de elección como única manera de evolucionar.