«La Alhambra, como una esfinge del pasado, nos está diciendo que lo irreal, lo casi incorpóreo y levitante, deja de serlo sometido a la armonía de los números y al silencio de las formas perfectas en ritmo, proporción y vibración», El tratado de la Alhambra hermética . Antonio Enrique.
El palacio de la Alhambra, el gran monumento emblemático de la ciudad de Granada, tiene un significado esotérico que impregna toda la construcción, por una parte se refleja en su configuración y belleza pero otra permanece discreta y paciente.
La Alhambra, además de ser considerado el espacio más bello del arte hispanomusulmán es un libro, porque ha sabido guardar entre sus muros con el paso de los siglos, un sentimiento simbólico y sagrado. Ha hecho hablar, por sí mismos, a sus elementos artísticos, a través de la bella poesía inscrita en sus paredes, arcos y fuentes. Tres han sido los poetas que han dejado allí su huella: Ibn al-Yayyab, Ibn al-Jatib e Ibn Zamrak. Junto a las alabanzas a los reyes constructores, Yusuf I y Muhammad V, los arquitectos de la Alhambra han plasmando sus emociones religiosas en inscripciones que reproducen suras coránicas en los lugares clave del palacio. Sobre el trono real está inscrita la Sura del Alba, para preservar al rey de la envidia. Bajo la cúpula celeste que cubre el Salón se extiende la Sura del Dominio, que habla de Allah como Creador e incita al creyente a contemplar la Creación y meditar con ella. Por todas partes se repite incansablemente una inscripción con el lema de los reyes nazaríes: «¡Sólo Allah es el Vencedor!»
En estos palacios, se nos descifran las medidas de su Dorada Proporción, ya que la geometría de la Alhambra está realizada en raíz de dos, con presencia de la espiral áurea. En toda la ciudadela, hay una visión del mundo en la que la belleza es el puente que nos acerca al mundo celeste.