La altura y profundidad del debate, y la nutrida asistencia de alumnos de la Escuela de Filosofía de Granada, posibilitó repasar nuestras primeras lecciones de la asignatura de Psicología, en una de las cuales, encontramos este tema capital.
El debate se polarizó en dos posturas principales que giraron en torno a la movilidad de la Conciencia. Un sector de los tertulianos tomó la postura clásica en esta escuela, la conciencia como un elemento susceptible de progresión, de evolución, de acuerdo al trabajo interior del individuo y del grado de “posesión de sí mismo”. De esta manera, la conciencia es móvil y, se situaría en cuerpos más sutiles y elevados cuando hablamos de estados de conciencia más altos.
Otro sector se inclinó por las tendencias de “nueva ciencia-religión” y prefirió situar a la conciencia como sinónimo de la palabra “Espíritu”, y como tal, la conciencia es el foco de luz intrínseco a todo. Según el tipo de “lente” que éste use, nos dará una diferente visión de la vida, más elevada o no, más trascendente o no. Estas “lentes” pueden percibir la realidad con los “filtros” de las pasiones o emociones, que sin duda, influencian o distorsionan la realidad percibida. Desde tal punto de vista, la conciencia, primera manifestación dimanante del Absoluto, es fija, y lo que cambia y evoluciona es la percepción de la realidad que realiza la principal herramienta de la Conciencia, que es la mente.
En esta tertulia, introdujimos por primera vez la tele asistencia de una tertuliana de nuestra escuela, que desde su domicilio fuera de nuestra provincia pudo asistir a parte del café mediante Web-cam, pantalla de ordenador y altavoces integrados.