Ya desde muy joven Confucio destacó por su increíble inteligencia y por los conocimientos que demostraba a pesar de no haber tenido grandes maestros. Con la intención de transmitir la necesidad de cultivar el principio luminoso que tiene el ser humano y que da sentido a todo, Confucio fundó una escuela en la se educaba la mente, el corazón y el cuerpo. Basaba su enseñanza en el duro trabajo artesanal de pulir los defectos y fomentar las virtudes; solo así se puede lograr conquistar la armonía interior.