Con motivo del IV centenario del nacimiento de Bartolomé Esteban Murillo (31 de diciembre de 1617) en Sevilla se está celebrando el «Año Murillo». Nueva Acrópolis ya hizo una visita al Museo de Bellas Artes el año pasado –que es cuando realmente se conmemora el hecho–, y este año tenemos previstas varias actividades continuando con la celebración. La primera fue el pasado 27 de enero.
Visitamos los recién restaurados cuadros que el genial pintor realizó para la Iglesia de los Capuchinos de Sevilla. Así pudimos admirar entre otras obras, la famosa Virgen de la Servilleta, que tras ser restaurada podemos percibir en todo su esplendor.
Ofrecimos una charla sobre el Murillo CRONISTA DE SU ÉPOCA. No olvidemos que los pintores no sólo hacían los encargos sino que a través de ellos y de sus obras más privadas, podemos saber cómo eran algunos usos y costumbres del momento.
En este aspecto, Murillo es un claro exponente y en él podemos observar cómo era un hombre que tenía esperanzas y alegría de vivir, pues a pesar de vivir momentos personales y sociales muy difíciles, vemos en sus obras colores, luz y alegría. Al contrario del tenebrismo barroco, Murillo huye de esto, mostrando unos rostros felices que se alegran de tener comida en ese momento y no se lamentan por lo que no tienen. Sus cielos y paisajes son luminosos, al igual que los de sus Inmaculadas. Es Murillo un claro exponente del artista que quiere unir, en sus obras, el Cielo y la Tierra; al Hombre con Dios.
Recomendamos estudiar a este gran autor, que creemos, trasciende el mero hecho artístico y en quien podemos encontrar un trasfondo humano de hondas creencias de lo Sagrado.