
Si algo nos identifica como seres humanos, más que la fabricación de herramientas, es la elaboración de símbolos y el uso del imaginario. Esto, que está presente en las manifestaciones humanas más tempranas, encierra no sólo una seña de identidad para nosotros, sino también elementos de reconocimiento del sentido de trascendencia. A través de los símbolos, los humanos podemos profundizar en los conceptos y abstracciones, relacionarnos con lo sagrado que hay en nosotros y comprender nuestros propios misterios y los del universo.