Alejandro III de Macedonia o Alejandro Magno, como mejor se le conoce, fue quien consiguió un cambio más significativo para la humanidad en un período histórico relativamente corto; su reinado duró trece años.
Después del asesinato
de Filipo II por un capitán de su guardia, Alejandro tomó las riendas de Macedonia a la edad de 20 años. Filipo había preparado a su hijo para reinar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando su formación intelectual nada más y nada menos que al filósofo Aristóteles. Por eso, a pesar de esa temprana responsabilidad, Alejandro consiguió tomar el control de la situación y comenzar con su increíble expansión.
Habitualmente es recordado como un gran conquistador, que lo fue, pero destacamos en la conferencia su faceta civilizadora uniendo culturas y pueblos. Durante su reinado, Alejandro cambió la estructura política y cultural de la zona, tras unificar a los pueblos griegos, conquistó las inmensas tierras del Imperio Persa, Egipto, Mesopotamia y finalmente India. Dio inicio a una época de extraordinario intercambio cultural.
Como buen líder, Alejandro predicaba con el ejemplo, pues respetaba la religión y creencias de las diferentes zonas conquistadas, estudiaba las costumbres e incluso las compartía. Llegó incluso a casarse con varias princesas de los territorios persas para consolidar su compromiso y la unión de dos culturas tan diferentes como la griega y la persa.
Vemos ese interés por la unión de culturas incluso al final de su vida, cuando en su testamento deja entre otras instrucciones la de llevar poblaciones de Asia a Europa y también en la dirección opuesta de Europa a Asia, para traer unidad y amistad al continente más extenso a través de enlaces matrimoniales y la unión familiar.