Nueva Acrópolis Cádiz organizó una taller sobre mandalas en el que los participantes tuvieron la oportunidad de aprender a pintarlos e interpretarlos.
Mandala significa «centro» y hace referencia a «tener las ideas centradas», tener claridad con respecto al sentido y finalidad del universo y al sentido y finalidad de uno mismo.
Estas figuras donde se combinan triángulos, cuadrados, colores, deidades… dentro de una serie de círculos tienen un claro lenguaje simbólico porque son geometría sagrada.
La geometría sagrada aquí se refiere al Universo o Macrocosmos: su origen y finalidad, y, por lo tanto, el proceso de retorno a los orígenes –»centro»- que aparece en el mandala.
En el plano personal trata de nuestro pequeño universo o Microcosmos: los procesos que llevan a encontrar nuestro auténtico Yo a través del desarrollo del ser interior o poderes latentes –las «virtudes» platónicas, estoicas, budistas…-; el reencuentro con el sí-mismo de Jung.
Así el mandala es un espejo del cielo –Cosmos- y de uno mismo.
Utilizado también para meditar, el mundo del mandala es muy rico y ayuda a desarrollar la intuición a través de la comprensión filosófica de nuestra vida y, a partir de uno mismo, de la Vida Una. Por eso el mandala busca LA UNIÓN, siendo éste el significado profundo de «circulo».
Previamente al inicio se aclaró que no se tocaría la interpretación psicológica porque no es nuestro campo. Fue un taller introductorio y no una terapia.