Tener talento creativo no fue suficiente para que las mujeres fuesen valoradas y aceptadas en el marco de
En nuestro mundo occidental, tener talento creativo no fue suficiente para que las mujeres fuesen valoradas y aceptadas en el marco de la tradición musical; algo como quedar reducida al ámbito privado de tus propias composiciones sin poderlas compartir a gran escala.
Mujeres educadas para ser buenas esposas, buenas amas de casa, buenas madres… pero no una buena profesional en cualquier ámbito laboral solo accesible a los hombres. Mujeres escritoras, mujeres arqueólogas, mujeres políticas, mujeres artistas, mujeres músicas. Mujeres sin acceso a una educación o profesión definidas para hombres.
La serie de dos conferencias que os presentamos es un pequeño aperitivo del trabajo monográfico que se está realizado en colaboración con distintas voluntarias de Nueva Acrópolis Sabadell. Un trabajo de investigación de rescate de mujeres compositoras olvidadas en el regazo del vacío y que, tras una búsqueda intensa, han podido salir a la luz y darles voz tras muchos años de silencio. Se trata de realizar un homenaje a esas mujeres de gran talento musical a la vez que personas singulares.
En la primera conferencia se han presentado mujeres relevantes en la historia de la música desde la Antigüedad hasta el s. XVIII, y en la segunda, se ha rescatado a grandes mujeres músicas de los siglos XIX y XX.
El título del ciclo ha sido Mujeres músicas: descubriendo talentos, presentado y coordinado por Olga Sala, cantante lírica, profesora de Filosofía Comparada entre Oriente y Occidente, además de voluntaria en NA Sabadell.
La mujer no debía expresar sus emociones, pensamientos o sentimientos. No era socialmente correcto y así quedaban sepultadas sus dotes, en este caso musicales, bien bajo el yugo paterno o bien bajo el conyugal. Mujeres silenciadas.
Pero también tenemos a esas mujeres luchadoras contra las ideologías de su tiempo, mujeres decididas a expresarse en un mundo masculino, yendo a contracorriente y expuestas sus obras a los más acérrimos escrutinios, críticas y dificultades. Mujeres valientes que se hicieron oír.
Hagamos un pequeño repaso por la historia…
En la Antigüedad clásica, la música iba indisolublemente unida a la poesía, por lo que las poetisas no recitaban sino que declamaban (cantaban) acompañándose de instrumentos y muchas veces también de danzas. Las compositoras / poetisas eran mujeres cercanas a la corte y de elevada instrucción. Tenemos el ejemplo de Safo de Lesbos (c.610-580 a.C.), la mejor poetisa de la Antigüedad y a quien Platón llamó la “décima musa”.
En la Edad Media, la composición musical femenina destacaba en una escritura sobre el amor divino y el humano. Las bizantinas heredaron las tradiciones de la Antigüedad clásica aunque, respecto a la música religiosa, la tradición bizantina imponía por honor que la composición guardara el anonimato, ya que la música litúrgica se suponía de origen celestial. Además, la costumbre griega ordenaba que las mujeres de familias nobles fueran denominadas por el patronímico.
Casi todas las compositoras cuyos nombres han sobrevivido estaban relacionadas con el canto litúrgico y vivieron entre los ss. IX y XV. Todas eran cultas y de clase social alta. Muchas eran monjas y sus composiciones las interpretaban sus hermanas de congregación; por ello, los conventos fueron centros de gran actividad musical. Algunas bizantinas destacadas fueron Kassia (s. IX), la primera bizantina de quien se conserva su música mucha de la cual todavía se interpreta en la liturgia ortodoxa griega; Tekla (s. IX), abadesa de un convento; Paleologina (s. XV), abadesa que hizo de su convento un importante centro de cultura.
Siguiendo la cronología, tenemos a las beguinas, que surgieron en el s. XII por toda Europa, creando un movimiento espiritual protagonizado por mujeres que se dedicaron a la vida espiritual sin aceptar las normas de un monasterio, sin votos ni externas autoridades y pudiendo abandonar su compromiso cuando quisieran. Vivían en ciudades y en comunidades que siguiesen sus normas, siempre guiadas por el conocimiento de las Escrituras y una profunda espiritualidad. Eran de clase media/alta y con amplia cultura. Se sabe que algunas tuvieron experiencias místicas, sobre las cuales escribieron y compusieron, al estilo trovadoresco. De esta forma, sustituyeron el amor cortés por el amor místico en poemas y canciones que eran diálogos entre la Dama Alma y la Dama Amor.
Mujeres intelectuales e independientes que causaron mucha alarma en el seno de la Iglesia, lo que dio lugar a las persecuciones. Algunas fueron obligadas a ingresar en órdenes religiosas o a arder en la hoguera. Célebres fueron Margarita Porete, Hadewijch de Amberes, Matilde de Magdeburgo o Gertrudis de Helfté.
En la Edad Media, destaca cómo muchas mujeres con inquietudes intelectuales o artísticas ingresaban en un convento o monasterio para no estar supeditadas a ningún hombre, convirtiendo así los conventos y los monasterios en lugares de libertad femenina. Allí podían desarrollar sus capacidades intelectuales, artísticas y espirituales, ya que aceptaban a todo tipo de mujeres de todas las clases sociales. Incluso como asilo para huérfanas, viudas o mujeres abandonadas.
Aquí cabe destacar a Hildegarda de Bingen, llamada también la Sibila del Rin, una mujer extraordinaria que decía que «el alma es sinfónica, su canto es un eco de la armonía celeste».
Y ahora vendrían las trobairitz… y luego, el Renacimiento… y luego…, pero no me voy a extender más.
En la segunda conferencia, profundizamos en cuatro mujeres vinculadas de una u otra manera con la música: Catalina II la Grande, zarina de Rusia (mecenas y libretista), Ethel Smyth (compositora), Cécile Chaminade (compositora) y Alice Herz-Sommer (pianista), cuatro grandes mujeres con cuatro historias fabulosas.
Y todo esto sin olvidar que hasta la Naturaleza, que es de género femenino, crea su propia música: el sonido del viento, el canto de los pájaros, el rumor de los ríos… un canto a lo más elevado y auténtico.
Gracias a todo el equipo de investigación y recuperación histórica por acercarnos una vez más a ese trocito de cielo en la tierra que es la música.