En el séptimo episodio del podcast del valor de las palabras, se presentó el vocablo curioso. Dado que la curiosidad es una cualidad innata en el ser humano, un estímulo para querer indagar en los distintos campos del conocimiento, interesa conocer su origen.
Procede del latín curiosus, se compone de la raíz cura o sea, curar, cuidar, preocuparse y del sufijo –osus que significa «abundante en». De este modo, curioso sería aquel que tiene mucho interés por algo.
Así, la curiosidad sería el primer paso para curarse de la ignorancia y llegar al conocimiento. De forma natural, el niño quiere conocer más allá de lo evidente. Se asombra. ¿Por qué a tal persona le brillan más los ojos? ¿Por qué el mar tiene tanta fuerza? ¿Por qué el sol solo brilla de día?
Sin embargo, al crecer se va perdiendo la magia del asombro. La mente racional toma el mando. Creyendo que ya conoce deja de preguntarse y de manera consciente o inconsciente elabora opiniones, no siempre exactas, acerca de lo que le rodea.
Por eso, no hay que conformarse con opiniones. Hay que buscar la verdad. El sentido de hacerse preguntas es adquirir conocimiento y eliminar dudas. A eso se le llama filosofía, esa disciplina que ayuda a comprender los misterios que asombran a la humanidad, a curarse de la ignorancia.