Nueva Acrópolis Sabadell presentó este magnífico e interesante taller interactivo, donde el foco principal se centró en cómo entender el concepto paz desde el diálogo y la comprensión, y teniendo como referencia el cómo vivieron la paz los grecorromanos. Carolina Arenas, voluntaria de Nueva Acrópolis Sabadell e internacionalista especializada en cultura de paz y transformación pacífica de conflictos, presentó este taller.
Este taller ofreció un concepto amplio de la paz, realizó una aproximación a la vivencia de la paz desde la armonía y la concordia, que son conceptos muy arraigados en la filosofía grecorromana, y se desarrolló el concepto de EIRENE para los griegos y PAX para los romanos.
La palabra griega Eirene significa literalmente ‘la que trae la paz’, paz entendida como unidad y orden interior que se manifiesta en lo exterior y que se asocia al buen gobierno y a la justicia. No en vano, Platón ya decía que el caos sería peor que combatir contra los bárbaros.
Para los estoicos, la paz era armonía mental, orden interior, conceptos ambos cuya meta eran producir felicidad, conseguir serenidad y tranquilidad.
En el taller, la ponente seleccionó preguntas que nos invitan a reflexionar: ¿a qué nos referimos cuando hablamos de paz? ¿La paz está a nuestro alcance? ¿Qué son los conflictos y cómo podemos gestionarlos en armonía? Y eso nos lleva a plantearnos que hay que educar filosóficamente para la paz como ideal de justicia y armonía, para así poder plasmarla y vivirla en la tierra.
La paz es mucho más que la ausencia de la guerra; la que propusimos desde este taller es, en un sentido profundo, una paz más ambiciosa y digna de ser vivida, que se encuentra en el horizonte y está al alcance de toda la humanidad, es una paz que supone la transformación generativa o apreciativa de todo cuanto hacemos en este mundo. El descubrimiento es que tenemos herramientas y recursos filosóficos a nuestro alcance para lograrla, y ello implica el desafío de dar un salto de paradigma: de lo deficitario (lo que resta) a lo generativo (lo que suma y tiene valor). Analizaremos en profundidad estos conceptos. El objetivo de la paz no solo es conseguirla en lo individual a través del orden y la libertad interior, sino cultivarla y construirla para el bien común de manera sostenida en el tiempo. Estos dos paradigmas son una forma de construir puentes. Nietzsche decía que «la grandeza del hombre radica en que él es un puente y no una meta».
Y también se abordaron dos principios fundamentales: el principio construccionista, basado en poner en acción el motor de la voluntad a través de diálogos transformativos, o sea, cambiar la forma en que nos relacionamos, con diálogos apreciativos para llegar a la cumbre apreciativa, lo que fomentará que todos trabajemos en una misma dirección. El segundo principio es: el principio filosófico, que representa aproximar la filosofía para enseñarnos a pensar, para ser lo mejor de nosotros mismos y poder construir ese mundo mejor, ese mundo que soñamos, no solo nuevo, sino mejor: más amable, más pacífico, más fraterno… y que requiere de buenas y nobles acciones que, juntas, construyan en una misma dirección. Los seres humanos vivimos de manera óptima en interdependencia y cooperación. El gran Marco Aurelio decía que «estamos aquí para ayudarnos unos a otros, actúa en consecuencia». Reflexionamos sobre el valor de educar para la paz a través de los diálogos filosóficos transformativos. Esto pretende ampliar los horizontes de pensamiento y acción para tejer vínculos humanos virtuosos y armoniosos que generen consensos y que puedan construir espacios abiertos de convivencia, concordia y diversidad para todos sin distinción.
Como bien dijo Spinoza: «La paz no es la ausencia de la guerra, la paz es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, a la confianza y a la justicia».
Una de las conclusiones más importantes de este taller fue concienciar que podemos ser parte de la transformación y verla como un viaje fascinante para ser mejores personas, construir poco a poco para llegar a una paz con justicia.
Y cerramos ya con este bello poema de Benedetti, que dice así: «Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentarlo de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos».