En el Siglo XV, un estudioso de la filosofía clásica llamado Marcilio Ficino estableció que el día 7 de noviembre se celebraría, de forma simbólica, el aniversario del nacimiento y la muerte de Platón. Tiempo después, en el año 2002, la UNESCO declaró que el tercer jueves de cada noviembre sería el Día Mundial de la Filosofía, siguiendo las líneas de Marcilio Ficino.

Desde hace años, Nueva Acrópolis ha celebrado este día con numerosos eventos, charlas, etc. Y por supuesto, Nueva Acrópolis Castellón no se ha quedado atrás. Pero este año se ha optado por un enfoque distinto: lo hemos celebrado con una representación teatral, de producción propia, conmemorando no solo a Platón, sino al que fuera su principal maestro: Sócrates.

La figura de Sócrates siempre ha sido objeto de gran reverencia por parte de la filosofía mundial, ya que es uno de los más conocidos representantes del pensamiento de la llamada Grecia clásica.

Una mirada superficial a su famoso “solo sé que no sé nada” puede dar lugar a malentendidos y chistes de toda clase, pero esta sencilla afirmación guarda un poderoso mensaje: solo es sabia aquella persona que reconoce su propia ignorancia, pues aquellos que se creen en poder de todo el conocimiento y se proclaman “expertos” en algo, como decía el propio Sócrates, cierran las puertas de su mente a nuevos conocimientos, haciendo que ya no aprendan más y convirtiéndoles, por ende, en ignorantes.

Este fue el mensaje que el Grup de Teatre El Cresol quiso dejar patente en su representación, y lo consiguió a través de una emotiva selección de varias escenas de la vida de Sócrates: alguna de sus clases a sus discípulos, el juicio en el que se le acusó de corromper a la juventud y en el cual Sócrates asumió su propia defensa, de forma brillante como buen orador que era, y su posterior muerte por cicuta, hecho que el Grup de Teatre representó inspirándose en el famoso cuadro que retrata esta icónica escena.

Con un ritmo fluido y certero, la representación llevó a los espectadores por todas estas escenas, que emocionaron a más de uno de los asistentes. Pero más importante que esto: el teatro demostró una vez más su labor pedagógica y de transmisión de verdades intemporales.