Cerebro, mente, conciencia, para el filósofo, integrar todas las partes de la verdad que, por tanto, pueda expresarse desde muy distintos puntos de vista. Todo tema sirve para crecer y alcanzar alguna realidad. La conferencia fue pronunciada por el Prof. Antonio Burgos, instructor de la Escuela de Filosofía Nueva Acrópolis en Almería.
«Por medio de la inteligencia sabemos que lo que la inteligencia no sabe es mucho más que lo que sabe» Simone Weil.
Se disponen de datos curiosos del cerebro, funciones por áreas; existen tres cerebros (según McLean): reptiliano, límbico o racional (¿equivaldría a concupiscible, irascible o racional según Platón?).
¿Qué es la mente?
Capacidad de pensar, razonar, ordenar ideas, crear relaciones entre ellas, concebir cosas, ver con o más allá de los sentidos… ¿es resultado de la actividad del cerebro?
¿Qué es la conciencia?
Es indefinible. Somos conscientes de nosotros mismos, a veces más, a veces menos. Así, podemos ver nuestros pensamientos y emociones, podemos vernos pensando, podemos decidir no pensar algo. Lo mismo que el ojo no se ve a sí mismo, la conciencia no se ve a sí misma. Yo soy algo diferente del pensamiento, un espectador. Yo.
Es un darse cuenta, percibir integralmente, lo que somos en esencia. Tiene implicaciones éticas y estéticas. No es educable o modulable desde fuera. Tiene un sentido innato de lo bello o lo bueno. Una cierta estética es educable, pero el sentido trascendente no. Es la atención pura, sin mente, sin parloteo mental. La atención de la conciencia es lo que permite realmente comprender. El otro yo sólo piensa en sí mismo y en lo que le interesa. El Yo piensa en lo que está más allá.
El cerebro es el receptáculo de la mente; y la mente es el vehículo de la conciencia. La charla fue terminando con algunas cuestiones de interés: ¿existe conciencia fuera del cuerpo, se extingue, existen diferentes grados de conciencia (consciente, subconsciente, inconsciente, estados alterados de conciencia)?
«La inteligencia es una plenitud vacía donde cada cosa se sabe siempre que no se piense en la cosa» Enseñanza tibetana.
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