Maribel Portillo, profesora de filosofía y directora de Nueva Acrópolis Bilbao, impartió en el Espacio Luzarra una charla coloquio sobre Neurociencias y Espiritualidad.
La conferenciante explicó que, aunque se considere un conocimiento moderno, el gran misterio de la neurociencia siempre interesó al ser humano. Aun cuando los nuevos avances tecnológicos y científicos en esta rama abren un camino fascinante acerca de la mente y sus poderes, es necesario recalcar que la ciencia no se debe apartar de la ética para poder cumplir con su labor en bien de la humanidad.
A Santiago Ramón y Cajal, médico e investigador español (1852-1934), considerado el padre de la neurociencia, debemos el descubrimiento de las neuronas, esas células cerebrales individuales que envían y reciben información, lo que constituye la base de la neurociencia moderna. Según él, toda actividad mental tiene su reflejo en el cerebro, lo que le llevó a decir que todo ser humano puede ser escultor de su propio cerebro si se lo propone.
Por otro lado, en la actualidad se está viviendo una falsa espiritualidad: pertenecer a una religión, practicar yoga, meditar, alimentarse de tal o cual manera, convertirse en gurú… pues bien, todo esto puede relacionarse más con un postureo que con el verdadero espíritu si no tiene como base una sólida práctica de valores.
Por tanto, necesitamos reconstruir los puentes, que en la antigüedad ya existían, entre estos dos aspectos de la sabiduría para unir ciencia y espiritualidad, y así poder tener una visión global y no fragmentada del ser humano. Dicho de otra manera, necesitamos que la ciencia abandone su soberbia de creerse en posesión de la verdad absoluta y la espiritualidad esté abierta a encontrar la verdad más allá de las creencias personales.