El fuego de San Juan iluminó El Cabo con magia, símbolos y renovación

Con la llegada del solsticio de verano celebramos nuestra habitual y emotiva fiesta en la playa, donde no faltó el recuerdo a rituales ancestrales y la esperanza en un nuevo ciclo.
El Cabo vivió una noche mágica con la celebración de la Fiesta de San Juan, en la que nos reunimos a orillas del mar para rendir homenaje al solsticio de verano, una de las noches más simbólicas del año, donde entre llamas, música y tradición, el espíritu de renovación se hizo presente.
La velada dio comienzo con unas palabras sobre el significado profundo de esta fecha, que desde tiempos antiguos representa el punto más álgido del ciclo solar y el momento de máxima energía vital. Es también una noche propicia para soltar lastres, reafirmar propósitos y celebrar la vida.
Con una cena al aire libre donde el plato principal fue la tradicional coca de tonyina, acompañada de sangría y típicas brevas de estas fechas. Mientras se degustaban los alimentos, cada uno de los asistentes fue vistiendo con prendas viejas al muñeco de madera —que posteriormente se quemaba—cargándolo así de sentido personal.
Uno de los rituales más especiales llegó cuando cada persona escribió en un papel una virtud que desea cultivar durante el próximo año. Esos papeles fueron colocados con cuidado en un arreglo floral que se hizo esa misma tarde entre todas las damas asistentes. En un gesto lleno de delicadeza y belleza, una de las damas del grupo entregó la ofrenda a otra del grupo, la que se sumergió en el mar para depositarla como símbolo de entrega, continuidad y compromiso.
En paralelo, cada persona escribió también en un segundo papel tres aspectos negativos de sí misma que desea transformar o dejar atrás. Estos papeles fueron  colocados en el muñeco, que tras la ofrenda al mar fue encendido. Las llamas, purificadoras y danzantes, consumieron lo viejo para abrir espacio a lo nuevo.
Cuando el fuego comenzó a disminuir, llegó el turno de saltarlo. De uno en uno, en parejas o en tríos, los asistentes fueron saltando sobre las llamas, sellando de esta forma, con alegría, sus intenciones para el nuevo ciclo. La noche concluyó con danzas alrededor del fuego, abrazos y la certeza de haber compartido algo especial.
Fue, sin duda, una noche para recordar: sencilla y profunda, alegre y simbólica. Una celebración que unió tradición, naturaleza y alma.

Author: Alicante

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