El riesgo de ser ético o el peligro de ser ético («Malos tiempos para la Ética»): parecer imbécil o quedar excluido socialmente. Ética es un conjunto de normas o reglas que rigen nuestros actos. Lo que sentimos o pensamos ¿también puede estar sujeto a unas normas? ¿De dónde vienen nuestros principios? De la religión -quizá una convención social para no devorarnos los unos a los otros-, o tal vez de unos principios filosóficos. ¿Qué es el ser humano? La respuesta dará evidencias sobre los principios en que se base una ética.
El ser humano tiene instintos y tiene conciencia. Una parte busca el deseo y otra busca la Ética. La conciencia busca la Ética para controlar el instinto. Si no existe una referencia exterior se puede acabar eligiendo lo no ético. Hoy no hay referencias ni vida interior, ni conciencia. El mundo no la promueve.
Sí hay libertad, al menos individual o exteriormente.
Si no hay un ideal social válido sólo daremos vueltas sin referentes. Hemos derribado los referentes o los héroes, a pesar de sus defectos o que sean míticos. Si somos parecidos biológicamente, ¿lo seremos también interiormente, respecto a los principios morales, seremos parecidos? ¿Alguien querría hacer daño gratuitamente a otro? ¿Y si hay algo más allá del me apetece o me conviene? ¿Más allá del deseo o presión por sobrevivir, el éxito? Ética profunda, el riesgo de ser ético, es ver en qué hacemos hincapié, en las diferencias, lo que nos separa, o en lo semejante, en lo que nos une.
Todos tenemos un Pepito Grillo que nos alerta sobre la ética. Todos tenemos por tanto una cierta sensibilidad ética. Con valor, perdiendo el miedo de ser ético, puede crearse un ejemplo que puede seguirse. Nadie va a venir a salvarnos, es un trabajo que tiene que hacer cada ser humano, es pues, construirse a sí mismo («Filosofía del riesgo»).
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