La charla coloquio ofrecida por Marcos Rodes, psicólogo y Mariló Garrigos, educadora, ha versado en torno al análisis de la popular serie televisiva de origen sur-coreano, El juego del calamar.
En primer término, aclaran los ponentes, no se trata de promocionar la serie sino de analizar el impacto social que puede tener este tipo de propuestas de ocio dado el altísimo contenido de violencia extrema que constituye su esencia. En la charla se propone realizar un enfoque que incluya aspectos desde la sicología, la historia, la filosofía, la sociología y la economía, ya que se pretende dar una visión del ser humano que contraponga el punto de vista ofrecido por el Juego del calamar.
A continuación Mariló Garrigós realiza una introducción a la historia de la serie, su argumento y las circunstancias de vida de su autor y director, quien cuando escribió la serie en el año 2009 atravesaba unas vicisitudes económicas y financieras dramáticas, aspecto que por otro lado es algo demasiado habitual para un gran porcentaje de la población surcoreana.
La historia plantea a los personajes la posibilidad de participar en un juego donde el único ganador se puede llevar un premio equivalente a treinta y cinco millones de euros con el cual podría terminar con sus problemas económicos, pero en realidad la única posibilidad de ganar consiste en que los otros participantes mueran. Ante tan macabra alternativa se va desarrollando la trama que hace aflorar, por lo general, lo peor de cada personaje. En definitiva, éstos se definen por las decisiones que toman y hacen cuestionar a los televidentes cómo actuarían en caso de verse enfrentados a dilemas éticos tan extremos.
Analizaba Marcos Rodes que, en El juego del calamar, los ricos, que se aburren, deciden crear este juego para divertirse y extrapolaba ese planteamiento al hecho de que los tele-espectadores podríamos estar aburridos y necesitamos ingentes dosis de violencia “gratuita” para entretenernos en vez de ver contenidos edificantes que eleven nuestro nivel de conciencia y nos produzcan cierto goce estético.
El disertante aludía también a un libro de Mario Vargas Llosas, llamado La civilización del espectáculo, donde analiza el impacto de la muerte de la cultura, como lo definió T.S. Elliot en 1948, al menos de la cultura tal como se entendía a la cultura clásica, que no solo es acopio de conocimientos artísticos, humanistas, o científicos sino que conllevaba una intencionalidad dignificante que permite al ser humano desarrollarse y crecer.
Luego ha fundamentado algunas de las causas que han llevado a la cultura a su retirada, de manera ostensible, de la difusión masiva, como por ejemplo: allanarse ante el impacto de la imagen fácil antes que la invitación a la reflexión; la tiranía de los índices de audiencia para sostener las programaciones de los medios audiovisuales; la proliferación de los “best-sellers” de cuestionable calidad como sinónimo de literatura; el secuestro de la atención por las múltiples pantallas móviles, y por ende la dificultad para prestar atención fuera de éstas, como en clases, por ejemplo.
Promediando la charla se han analizado algunos aspectos presentes en la sociedad norcoreana que han sido expuestos en la serie El juego del calamar, ̶ muchos de éstos se pueden extrapolar a gran cantidad de países ̶ tales como; una alta deuda privada que se situa la mayor de toda Asia y que en su conjunto supera al PBI nacional, lo cual se traduce en gravísimas dificultades de subsistencia para un porcentaje elevado de la población (en torno al 17% por debajo del límite de la pobreza), acarreando problemas sociales como es tener uno de los índices de suicidios más altos del mundo (entre los ancianos y los jóvenes) o la atroz, monstruosa e incalificable venta de órganos para saldar deudas. La serie también refleja el drama de la inmigración norcoreana y de otros países a Corea del Sur.
Ante esa exposición tan cínica y cáustica de los seres humanos en la serie, donde se degradan hasta límites insospechados, perdiendo la capacidad de discernir entre lo que está bien y lo que está mal y/o no importarles en lo más mínimo con tal de sobrevivir, los disertantes se han planteado indagar el porqué de ese enfoque negativo del ser humano cuando hay abundante evidencia de que los seres humanos en general somos seres sociales, que tendemos a la comunicación, a la solidaridad y a la compasión.
Seguidamente hicieron un análisis retrospectivo de las posibles causas de esa visión generalizada que considera que “el hombre es el lobo del hombre’ (Homo homini lupus) relacionándola con corrientes de pensamiento como las planteadas por Thomas Hobbes, Adam Smith o la pesada loza que supone la idea del pecado original en las sociedades occidentales. Las concepciones filosóficas de esa línea de pensamiento van a ser incorporadas por el capitalismo, el comunismo, y también por la industria del espectáculo por antonomasia que es Hollywood actuando al final como un efecto nocebo, es decir, que esa carga ideológica hace que justifiquemos hechos, situaciones, actuaciones, etc. que confirmen tal visión negativa del ser humano.
Haciendo una detallada lista de ejemplos de estudios científicos, análisis contrastados, etc. Marcos Rodes y Mariló Garrigós han presentado la otra cara de la moneda, es decir una visión más equilibrada de la naturaleza humana. Ese análisis concluye que el bien se da con muchísima más frecuencia que el mal ̶ ̶sólo que las cosas buenas que hacemos los seres humanos no venden periódicos ni acaparan los focos ̶ . También han puntualizado que a pesar de la terrible realidad que se está viviendo en Ucrania, a causa de un puñado de seres desviados de la naturaleza propia del ser humano, otros cientos de miles han reaccionado inequívocamente con un aluvión de solidaridad, compasión y muestras de apoyo que se ha traducido en innumerables acciones tanto individuales como colectivas para aliviar el sufrimiento.