Con ocasión de la exposición «Huellas de Mujeres Geniales» que acoge el Espacio Luzarra, el pasado 17 de junio tuvo lugar un evento en el que se impartieron tres micro-charlas dedicadas a tres mujeres que forman parte de dicha exposición y que dejaron recuerdo en Bilbao: Doña Casilda, Rafaela Ibarra y Filomena Valdezate.
Las tres vivieron entre los siglos XIX – XX y fueron decisivas con sus aportaciones a la vida social y económica de la ciudad.
Doña Casilda (1818-1900). También conocida como Viuda de Epalza, ya que su marido fue el empresario Tomás de Epalza del cual heredó una gran fortuna. Ella multiplicó ese capital para impulsar numerosas obras que aún hoy perduran. Financió las Escuelas de Tívoli, posteriormente llamadas en su honor Viuda de Epalza. Creó becas para ayudar a los estudiantes más desfavorecidos. A su muerte legó dinero para La Casa de la Misericordia y el Hospital de Basurto donde uno de los pabellones lleva su nombre. Pero sin duda, el Parque de Doña Casilda, construido en terreno cedido por ella es un referente en Bilbao.
Rafaela Ibarra (1843-1900). Nació en Bilbao en el seno de una familia religiosa y acomodada. Como dama de la alta sociedad acudía a hacer beneficencia vestida con sus mejores galas hasta que un día decidió ponerse una ropa más sencilla, acorde con sus pensamientos y su labor. Se convirtió en la protectora de jóvenes y niñas desamparadas que llegaban a Bilbao y eran atrapadas por la vorágine de aquella época de fuerte industrialización y crecimiento demográfico de la villa. Entre sus numerosas obras destaca la fundación de la congregación de Los Ángeles Custodios. Fue beatificada en 1984 por el Papa Juan Pablo II. Su frase preferida era «Nunca os canséis de hacer el bien«.
Filomena Valdezate (1895-1980). Nació en Valladolid pero con trece años se trasladó a Bilbao, en aquel entonces en plena expansión. Después de enviudar a los 31 años y con tres hijos a su cargo comenzó los estudios y obtuvo el título de «Profesora en Partos«. En cincuenta años de profesión son muchos los bilbaínos que ha traído al mundo. Debido a su entrega y cercanía pronto se hizo popular en el barrio de Rekalde y ya todos los vecinos la conocían como Doña Filo. Su lema era: «Mientras a una mujer la acompañe la salud no debe estar mano sobre mano«.
El evento finalizó con un brindis donde se intercambiaron pareceres sobre esas mujeres que son ejemplos de vida y de lucha.