Desde la sede de la asociación cultural Nueva Acrópolis de Sabadell, pudimos disfrutar recientemente de una interesante conferencia impartida por el profesor Enrique Galbis, quien nos ilustró sobre cómo la esfinge, como todos los símbolos, nos remite al misterio, a la imaginación.
Podemos ver que la esfinge tiene cuerpo de toro, garras de león, alas de águila (la de Guizeh las ha perdido) y cabeza humana, en relación con los cuatro elementos de los antiguos.
La esfinge nos remite a las eternas preguntas: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy?
Según el mito, en origen la esfinge era un animal feroz hasta que el dios de la sabiduría, Thoth, introdujo un rayo de luz en su cabeza. Este hecho simboliza la capacidad de los seres humanos de ser verdaderamente humanos.
Hoy en día, un tercio de la humanidad soporta un gran sufrimiento físico y moral y nos preguntamos si no podríamos ser más humanos, más fraternos. Platón decía que el miedo y la ignorancia eran hermanos gemelos. Lo podemos relacionar con la conocida máxima que dice: «despierta y conócete a ti mismo».
En su relato sobre Edipo y la Esfinge, Sófocles nos muestra la importancia del heroísmo: Edipo es el gran héroe en busca de la verdad y la justicia, sin importarle el precio que deba pagar para conseguirlas.
Según el mito, cuando cada uno de nosotros despierte lo bueno, lo justo, lo bello y lo verdadero en su interior, la Esfinge se lanzará al mar.
En otra clave, la cabeza de la esfinge simboliza al rey filósofo, que se sacrifica por amor a su pueblo, para permitir que cada ciudadano se realice a través de sus cualidades superiores.