Reunir en un mismo recital a Marcos Jiménez y Juan Peregrina fue una idea estupenda. Contemplar sus miradas comprometidas sin rasgos de indiferencia, sino con un compromiso ético y social, fue una constante en sus poemas. Les duele el mundo, la injusticia, pero también tienen unas miradas cálidas, cómplices con la belleza de la vida, y la Naturaleza, con esos hombres nobles que lloran, ríen y aman. Hay pureza en la palabra, y en el origen de la palabra de estos dos fantásticos poetas. Y la respiramos como aire limpio, flotando transparente en el maravilloso espacio del patio de Abrantes. Gracias Marcos y Juan por llenarnos de emoción y gracias al estupendo público con el que disfrutamos de una rica sangría y de un rato de encuentro, charlando, brindando por la poesía y la amistad. ¡Una noche genial!