El ambiente a media luz, una mesita con partituras del siglo pasado y una silla con un pedal de guitarra al lado… No hace falta ser Sherlock Holmes para verlo: en la sede de Nueva Acrópolis Castellón está a punto de comenzar un homenaje a un guitarrista clásico.
Pero, cabe recalcar, no hablamos de cualquier guitarrista clásico: hablamos de Francisco de Asís Tárrega Eixea, más conocido simplemente como Francisco Tárrega. Y esto no es cualquier cosa, ya que Francisco Tárrega está considerado como uno de los más grandes músicos que ha dado la humilde tierra de Castellón, compositor y arreglista de numerosas obras para guitarra clásica, instrumento en el que es considerado, aún hoy, un auténtico virtuoso.
Y es que la belleza es uno de estos valores, o arquetipos, que no “vienen por sí solos”, es necesario llamarlos, conquistarlos, esforzarse por conseguirlos. Tárrega, junto con varios otros compositores de sus momento, perseguía este propósito, y como muestra tuvimos ejemplos de algunas composiciones bellísimas que, sin embargo, son en realidad ejercicios técnicos para que los guitarristas practiquen acordes, notas, escalas… Estos ejercicios suelen ser (reconozcámoslo) bastante tediosos y planos, pero los que Tárrega compuso están repletos de detalles que hacen que, sin perder su valor pedagógico, estos ejercicios resulten una auténtica delicia de escuchar.
En un formato dinámico y elegante, Carlos Farraces (miembro del Instituto Tristán, director del la Escuela Nueva Acrópolis de Castellón y enamorado de la guitarra) llevó al público asistente a un viaje a través de ciertos momentos y personajes destacados de la vida de Tárrega, acompañando cada explicación con una exquisita interpretación en directo de varias de las obras más conocidas de Francisco Tárrega, como por ejemplo Lágrima, Oremus o la archiconocida Capricho árabe.
Una tarde en la que no faltaron la belleza, la elegancia y, sobre todo, el placer de la buena música.