Relacionamos nuestra felicidad con nuestro exterior, con personas, trabajo, salud, cosas, etc., y cuando no las conseguimos o las perdemos, nos volvemos infelices. Además solemos confundir la felicidad con el placer que es tan solo momentáneo. Pero la felicidad es un estado psicológico del alma que perdura en el tiempo. La única manera de alcanzarla es armonizando nuestro mundo interior y para ello es recomendable seguir los pasos de aquellos filósofos que dicen haberla encontrado.