Charla a cargo de Sebastián Pérez, para Nueva Acrópolis Almería. Ludwig van Beethoven no estudió filosofía. No hay constancia de que perteneciera a algún tipo de escuela o logia, como la Masonería. Sin embargo, Beethoven fue un filósofo. Podemos decir esto por varios motivos. Su vida se asienta en tres principios filosóficos.
Principios filosóficos de Beethoven:
- Amor a la Humanidad y a su Arte.
- Estudio permanente de las formas musicales y sociales de su tiempo.
- Continua transformación interior, por un llamado o destino.
Su vida se convertirá en un sacrificio continuo, por el Arte, por la Humanidad. Su sordera es la prueba de una vida. La idea del suicidio le tienta. Pero decide quedarse por Amor. Y decide emprender el camino de la transformación, de su vida y de su música. De ese cambio es fruto inicial su tercera sinfonía, Heroica. Su música no volverá a ser igual. Toda forma es el resultado de una belleza que necesita expresarse.
Beethoven fue educado en el catolicismo. Es un hombre religioso, aunque no de una forma ortodoxa. Se interesa por la filosofía o el orientalismo. Entre sus libros se encontraron los Upanishad o el Bhagavad Gita. Conoció a masones, como Neefe, su primer maestro de música en Bonn. Wegeler, gran amigo de toda su vida, fue masón. Maestros y masones fueron Haydn y Mozart. En su habitación de trabajo siempre tuvo enmarcadas tres frases muy significativas:
- Yo soy el que es.
- Yo soy todo, el que es, el que fue y el que será, ningún mortal ha levantado mi velo.
- Él es único por Él mismo y a este único le debemos todas las cosas de nuestra existencia.
Su vida acaba con su celebérrima novena sinfonía, con el coro final a la alegría y la fraternidad, sus últimas sonatas para piano y sus últimos y misteriosos cuartetos de cuerda.
Una vida de héroe. Resultados: una música genial para toda la humanidad, un impulso a la evolución del alma secreta de este ser al que conocimos como Ludwig, y una gran esperanza en la evolución de todas las almas, una esperanza en el mañana.