Símbolos de vida y eternidad en el antiguo Egipto

Retomando una vez más el ciclo de charlas denominado «Mundos perdidos», se ha presentado la primera de las mismas en 2023 dedicada en esta ocasión al antiguo Egipto. A cargo del director de la Asociación Nueva Acrópolis en Alicante, D. Juan Adrada Lozano, especialista en historia del antiguo Egipto, quien ha enfocado el tema de la conferencia  en la simbología específica de la vida, la muerte y la eternidad que tenían los egipcios.

La charla que, en esta ocasión, ha sido impartida excepcionalmente por vía telemática desde Egipto debido a un contratiempo en un viaje, comenzaba con la aclaración sobre los conceptos de magia, vida y eternidad que tenían los antiguos egipcios.

Hablar de vida y eternidad en Egipto era casi lo mismo, y además esos conceptos llevan directamente a Heka, que se ha traducido como la magia, según nos comentaba el ponente. Pero no se trata de la magia tal como hoy la conocemos sino que la magia era,  en realidad, el conocimiento profundo de las leyes que rigen el universo, tanto las visibles como las invisibles, e impregnaba todos los aspectos de la vida de los egipcios a nivel personal y social.

En Egipto se concebía la existencia de diferentes planos de manifestación, cada uno de ellos con sus correspondientes leyes, por ejemplo: el plano de lo físico, de lo psicológico, de lo mental y de lo espiritual estarían regidos por leyes, muchas de ellas desconocidas para el común de los mortales, pero que a través de procesos de iniciación mistéricas podían llegar a comprenderse y sobre todo a vivenciarse. Esa vivencia llevada a sus mayores grados supone la adquisición de la inmortalidad consciente incorporando la idea de la vida una que impregnaba la magia en Egipto.

A través de la explicación de una imagen del dios Geb, de la ogdóada hermopolitana, el disertante nos acercaba a la simbología de este dios que era el de la eternidad, de la infinitud, eso que está antes de la concepción del tiempo y de todo lo que existe y dado que al ser humano ese concepto le resulta en grado sumo incomprensible, los egipcios lo identificaban con el dios de la duración, y se lo conocía como el dios de los millones de años.

A continuación D. Juan Adrada Lozano, nos introducía el símbolo del Anj, conocido popularmente como la “llave de la vida” que respondía al concepto de vida, y nos explicaba que para los egipcios todo es vida y todo está vivo, desde los seres que habitamos en la naturaleza, pasando por la tierra misma, el sol, las galaxias, el cosmos en su totalidad, cuyos elementos constitutivos interactúan inteligente y armoniosamente.

En función de la idea de que todo es vida, el proceso místico o de iniciación del adepto era un camino que recorría hasta el reconocimiento de esa vida una y la identificación de la propia conciencia con esa vida una,  ―eso que es, ha sido y siempre será―,  porque es real, está vivo y es eterno.

La columna Dyed representa la estabilidad y se asocia a la columna vertebral de Osiris y simboliza todo aquello que por tener un centro es estable y al ser estable permanece en el tiempo. Osiris  representa los misterios de la vida, de la muerte y de la resurrección. En tanto que el bastón Was simboliza la fuerza interior, pero no la fuerza que podemos ejercer hacia afuera de nosotros mismos, sino todo lo contrario, la fuerza del autocontrol de las propias pasiones, los propios pensamientos, sentimientos, etc., el autogobierno. Es vivir de acuerdo a lo que nos dicta la propia conciencia.

Estas ideas y otras más muy caras a la espiritualidad de los egipcios encarnaban simbólicamente en los templos y de esta manera consiguieron que su cosmovisión, sus ideales y arquetipos ―modelos atemporales― fundamentales  perduraran en el tiempo  más de 3500 años desde el Imperio Antiguo hasta la era Ptolemaica.

Los templos simbolizan la montaña primigenia ―la montaña Benben―que había surgido de las aguas primigenias ―Nun― y cada uno de sus elementos arquitectónicos y decorativos simbolizan diversos aspectos de sus concepciones metafísicas según nos explicaba D. Juan Adrada Lozano.  Por ejemplo, los muros externos de ladrillos de adobe que eran ligeramente ondulados para simbolizar las olas de las aguas primordiales; las columnas de las salas hipóstilas, simbolizan las primeras plantas como primeras manifestaciones de vida y en sí mismas estas salas encarnan la idea de eternidad.

En lo que respecta al simbolismo de las  pirámides, éstas se constituían en una encarnación o mejor dicho una “petrificación” de los rayos del sol y simbolizan su viaje diario por el cielo luminoso y luego por las tinieblas del otro lado del mundo por la noche. El viaje del sol es a su vez una representación simbólica del viaje del adepto hacia la adquisición de su inmortalidad consciente. La gran pirámide de Keops es la que probablemente representa mejor ese viaje. Por debajo de la pirámide esta la cámara del caos o inacabada, asociada a la idea de las aguas primordiales y también a esa muerte del sol que comienza en occidente y atravesando las pruebas del inframundo va a convertirse en Kefer, y en el escarabajo durante las horas de la noche para salir regenerado y victorioso luego de doce horas, al igual que el adepto que realiza su propio viaje superando pruebas para llegar a la unión con el «Todo». Es posible que la pirámide nunca haya sido una tumba, es decir la sepultura de un faraón sino más bien como decían los egipcios, una máquina de resurrección.

La cámara intermedia, llamada “de la reina” representa el horizonte ―ajet― el lugar donde se unen el cielo y la tierra y donde los seres humanos pueden acceder a lo sagrado, al contacto con la divinidad. No olvidemos que se trata de la evolución de la conciencia, de aprendizaje, de enfrentar las dificultades y las pruebas que nos pone la vida para ser cada vez mejores, más conscientes.

Lo sagrado encarna en la cámara superior, llamada “del rey”, que simboliza la muerte de la personalidad, para que esta se regenere y de paso a la conciencia inmortal. Representa al sol en su cenit habiendo desarrollado todas sus grandes potencialidades o el máximo esplendor de las mismas, el ideal del adepto.

Para concluir, el ponente luego de explicar el proceso de osirificación con bastante detalle finalizó la exposición atendiendo a las preguntas y comentarios de los asistentes.

Author: Alicante

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