En esta edición de cine-fórum, los socios y amigos del Espacio Luzarra disfrutaron de la película del director coreano Kim Ki-Duk Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera que, entre otros, obtuvo el premio del público en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián en el año 2003.
Está ambientada en la época actual, muestra la vida de un maestro y su discípulo, que viven en un pequeño palacio que flota en medio de un lago rodeado de montañas. Un paisaje idílico.
En el coloquio se analizaron la simbología y las enseñanzas budistas. Por ejemplo: la confirmación de que, aunque haya momentos buenos, la vida es dura. La piedra que arrastra el discípulo como metáfora del karma individual. El deseo como origen del sufrimiento y la perdición. La importancia del vínculo maestro discípulo y la importancia del trabajo y la meditación para apaciguar el espíritu.
Está dividida en cuatro partes, las estaciones del año. Alegoría de las etapas de la vida del Hombre. Cada cambio de estación es señalado por el cierre o la apertura de unas puertas situadas en la orilla del lago. Estas también están en el interior del templo y no las sostienen paredes, su cometido no es físico sino comunicar mundos diferentes.
En cada época aparece un animal diferente acompañando al discípulo:
Primavera. Aparece el perro que simboliza la niñez, la inocencia, pero también la ignorancia. El niño hace daño a los animales porque ignora que les causa dolor.
Verano. Aparece el gallo que simboliza la juventud y la valentía, pero también la lujuria y el desenfreno y sus consecuencias dolorosas.
Otoño. Aparece el gato que simboliza la edad adulta. Es tierno, cariñoso, pero también independiente y perezoso. Se vuelve cómodo.
Invierno. Aparece la serpiente que simboliza la vejez, los valores y la sabiduría.
La tortuga que simboliza la longevidad y la repetición sin cesar del ciclo de la vida, que continúa con el nuevo niño adoptado como lo fuera su maestro. Y otra vez… primavera.
En definitiva, cada momento de la vida es un aprendizaje. Una historia mística que trata del indómito instinto de superación del hombre, que tiene que luchar contra las emociones y los deseos que le atormentan sin reprimirlos, sino observándolos y reconduciéndolos para así mejorarse a sí mismo.