Dado estos tiempos de un fragrante individualismo, hablamos del reto de la convivencia como un necesario rayo de esperanza.
Con esta intención, la escuela de Filosofía Nueva Acrópolis Castellón, habló de la practicidad de las enseñanzas recogidas en el curso de “Filosofía para vivir”, como la importancia del saber convivir, el poder expresar cada uno sus ideas, a través del diálogo; saber escuchar, etc.
Una de las conclusiones es que la convivencia es construir algo en común, teniendo en cuenta, que cada ser humano tiene sus atributos, puntos de vista, pero previo a la relación con los demás, uno primero debe convivir con sus “luces” y “sombras” interiores, que no son pocos. Porque es evidente que el ser humano es un ser social y necesita compartir sus inquietudes, metas, logros, victorias y fracasos, mientras busca dar sentido a su existencia. Por ello el compartir nos enriquece a todos, no hay nada que perder, solo nuestras debilidades y defectos.
Llegados a este punto habría que elegir: o bien dejarse llevar por la enorme fuerza egoísta del ser humano que nos perjudica a tod@s, o colaborar entre nosotros y en conexión con la naturaleza, aprendiendo de las vivencias que podemos compartir y de las enseñanzas que nos transmiten las leyes y fenómenos naturales.
Así pues el planteamiento es ¿queremos vivir exprimiendo el presente o desperdiciándolo? Tuya es la decisión.