«Pero… ¿Qué me pasa?» (Sobre la Vida Interior) fue el título de la charla impartida en Almería por el profesor de la Escuela de Filosofía Nueva Acrópolis Antonio Burgos, en el Centro C. Idealia de esta ciudad. Preguntarse, pero qué me pasa, no sé lo que me pasa o cómo saber qué me pasa, suelen identificarse como señales de angustia emocional. Pero quizá sean las señales o las características del despertar de la vida interior. ¿Cuál es el significado de la vida interior, su importancia? ¿Cuáles son las características de tener vida interior?
Las circunstancias de la vida pueden provocar una inquietud indefinida, preguntar por un porqué, muchas veces no formulada intelectualmente. No es síntoma de un problema psicológico, sino la señal de un posible despertar filosófico, a la vida interior. Filosofía no es especulación sobre las cosas sino un compromiso con la verdad, preguntarse por las cosas. ¿Qué me pasa y por qué me pasa?
Tradición filosófica:
Existe una tradición filosófica unánime en todo el planeta, en todos los tiempos, culturas y civilizaciones: Extremo Oriente, Tíbet, Grecia, Medievo europeo, etc. Según las mismas somos un cuerpo físico, emociones, sentimientos, instintos y pensamientos. El yo profundo está en el interior. El resto son como las vestiduras del yo. Esos elementos no son el yo. Si podemos decir “mi coche”, y podemos decir de la misma manera, “mi cuerpo”, “mis pensamientos”, son míos, pero no soy.
¿Quién se pregunta? Es otro que no es el cuerpo o el pensamiento. A veces, detrás de las preguntas que hacemos hay una inquietud más profunda. Cuando la pregunta aparece, la respuesta viene de camino. O la respuesta motiva la pregunta. Si no hay conciencia, solapada, de que algo existe, no se pregunta por ese algo. No tener prisa en responder.
El no tener estas preguntas, estas inquietudes, pero… ¿qué me pasa?, es estar enfermo. Se tiene por salud, por despertar interior. No negar las respuestas interiores, no dejar que se duerman.
Pero… ¿Qué me pasa? (Sobre la vida Interior). Es otra forma de hacerse la pregunta filosófica. De una forma quizá algo inconsciente, pero tan real como la más intelectual que pudiera formularse.